Blogia

patetismo

Bueno, hace demasiado tiempo que no escribo sobre asuntos personales. En realidad, al menos hoy, necesitaba hacerlo. Escribo cada vez menos -algún día quiero vivir de ello- y últimamente he experimentado una alarmante pérdida de ilusiones, más que nada por la indiferencia con la que la he asumido.

El martes pasado regresé de mis vacaciones en Murcia. En general, aunque he podido olvidarme de todo y relajarme, no me ha llenado estar allí y el año que viene no volveré. Todo esto ha pasado por muchas cosas, pero básicamente porque me ha dado la impresión de que Francesc, al que hasta entonces consideraba mi mejor amigo, me ha tratado como una mierda. Francesc es el hijo de la familia que me acoge allí siempre que voy -porque son amigos de mis padres. Nos conocemos desde pequeños, pero sólo desde hace un par de años he empezado a ir a Murcia para estar con él. Al principio fue perfecto, ya que de alguna manera redescubrimos nuestra amistad, pero poco a poco el asunto se ha ido deteriorando, al menos desde mi perspectiva.

Lo que ha ocurrido este verano es que cuando he salido con él o cuando hemos estado con sus amigos o amigas me ha dado la impresión de molestar, de estar de más, o de que a él en realidad le daba igual tanto que estuviera como que no -aún recuerdo cuando estuve esperándole en la calle media hora desde las cuatro de la mañana, sin saber cuándo iba a volver, porque cerraron los pubs y él se había ido "un momento", y encima después tuve que soportar su enfado cuando le dije que se había pasado. O algunas de sus bromas de "dejar en evidencia" que me dedicó mientras estuve allí. Me pasé una tarde hablando con él sobre el tema, diciéndole que al hacerme esas bromas delante de sus amigos me fastidiaba, por una parte, que me estuviera haciendo daño alguien a quien yo consideraba mi amigo y, por otra, que los demás pensaran que yo era un tonto por tener a un amigo así. Pensé que lo había comprendido, pero su última "broma" antes de que yo tomase el tren de vuelta fue: "Bueno, Jose, espero que te lo hayas pasado bien aunque te haya humillado e insultado".

Puedo poner un ejemplo de las bromas que suele gastarme. Recuerdo una tarde en la que tomábamos unos batidos con dos chicas más. Antes de quedar con ellas, yo había entrado en el lavabo y, como el humano que soy, vacié mis intestinos con la fiereza producida por una semana de dieta a base de pan, chorizo y queso. Entonces entró él e hizo una gracia al respecto, que no me molestó en absoluto porque era algo que quedaba estrictamente entre nosotros. El aspecto problemático de su peculiar sentido del humor llegó en compañía de esas chicas, cuando él dijo, sin venir a cuento: "Antes de quedar con vosotras, Jose ha cagado".

Recuerdo la noche que pasé hablando con su hermano Iván sobre el asunto. Le comenté que me extrañaba que Francesc tuviera demasiados amigos con ese tipo de comportamiento -ya que esas bromas sólo las gasta, como es lógico, a la gente con la que tiene confianza-, y que yo las aguantaba por el aprecio que le tengo después de tanto tiempo, pero que cada vez me irritaban más. Iván me respondió con una pregunta: "Y cuántos amigos de verdad crees que tiene Francesc?". Y en efecto, aparte de Jesús, un tipo bastante peculiar pero que siempre me ha parecido buena persona, y del que se ríe continuamente, creo que sólo yo soy -o era- su amigo de verdad, dispuesto a una entrega completa, tal y como yo entiendo que es la amistad.

Pongo ese "era" porque he acabado bastante agotado de él, y ni siquiera tenía ganas de llamarlo cuando regresé a Barcelona. Lo hice porque le había dicho que lo haría y porque tenemos planeado desde hace tiempo un viaje a Cuba en octubre. Sin embargo, tras la experiencia de este verano, que me ha hecho tomar conciencia de muchas cosas, no dejo de preguntarme si realmente me apetece hacerlo. Ya no considero a Francesc un amigo, sino una persona de la que a veces temo que me haga daño -sobre todo cuando está en compañía de otra gente y él necesita tener protagonismo aun a costa de dejar mal a los demás- y de la que no siempre estoy seguro que le apetezca estar conmigo. A esto se le añade un problema reiterado que detecto cuando estoy allí: parece que yo deba invitarle a todo, ya que él nunca tiene dinero o se olvida de sacarlo. Durante dos días seguidos daba la impresión de que mi obligación era invitarle a la entrada al Bali Hai -una discoteca al aire libre que es la guinda a la noche, ya que permanece abierta cuando todos los demás sitios cierran-, que por otro lado costaba 10 euros por cabeza. Una vez llegábamos allí, él no tenía dinero, y claro, yo debía invitarle. Estuve a punto de decirle muchas veces que se estaba pasando con este tema, pero entonces tomaba en consideración que él me llevaba todo el día arriba y abajo con el coche, y que yo me alojaba en su casa, donde tenía todo lo que quería, comidas incluidas. Temía parecer un agarrado,y no estaba seguro sobre si mi percepción de que Francesc se estaba pasando se debía a que me fastidiaba estar gastando tanto dinero o bien a la convicción de que él estaba abusando al margen de todo lo demás. Y en fin, éste es el problema de tener una personalidad insegura en muchos aspectos.

Sólo una vez me enfadé abiertamente con él por este tema: fuimos a tomar unos helados y él me preguntó si llevaba algo suelto. Le di los cuatro euros que llevaba, con los que pagó los helados. Francesc sólo tenía tres euros más y se los gastó en un paquete de tabaco para él. Poco después exploté en una ira absurda por una nimiedad, pero en realidad motivada por lo que yo consideraba un abuso en toda regla. Le acabé llamando tonto delante de dos chicas con las que habíamos quedado, y él debió de alucinar porque no sabía a qué venía mi agresividad. Y yo fui más tonto aún porque después no se lo dije, cuando ahora comprendo que tendría que haberlo hecho. Pero siempre estaba por encima de todo el miedo a parecer un miserable por discutir sobre temas de dinero.

Así que el viaje a Cuba en teoría es en octubre y quizá en septiembre podamos conseguir una buena oferta, pero no estoy nada seguro ya no de si quiero viajar con Francesc, sino de si me va a volver apetecer compartir con él unos días.

Estoy de racha, porque me ocurrió algo parecido el otro día con Jorge, a quien también he considerado siempre un gran amigo. Fuimos a comer y luego a tomar unos cubatas. En la comida le pedí un cigarro, y él me dijo algo que me sorprendió: "Si me pides más tendrás que comprar otro paquete". Lo dijo absolutamente en serio, hasta el punto de que me sentí bastante cortado y ya no le volví a pedir. Por supuesto, Jorge no recordó que en las dos últimas veces que hemos quedado le he invitado como mínimo a cuatro cubatas en total, lo cual son más o menos 16 euros. Y para rematar la tarde, en una cervecería irlandesa de Ronda Universitat me pidió un euro y medio para comprar otro paquete. Obviamente, luego no me devolvió el dinero. Creo que de ese paquete yo fumé dos o tres cigarros.

Y bien, Jorge quiere que vaya a Madrid con él el 17 de septiembre. Si yo fuera allí, mi objetivo sería conocer a Jimena, una chica atractiva de 30 años con la que llevo tiempo chateando. Y si puedo, acostarme con ella, aunque ahora veo prácticamente imposible llegar a nada con alguna chica. Mi autoestima está por los suelos y con total sinceridad creo que no gusto, que parezco feo o incluso repulsivo. Aparte de esto, y como ocurre con Francesc, me estoy pensando si me apetece viajar con Jorge. El otro día me di cuenta de una faceta de él que no me gusta en absoluto. Considero como muy negativo el hecho de acabar siempre sintiéndome tonto con la mayoría de mis amigos. Siempre doy más de lo que me dan, por lo que ya puedo adelantar que algo que he perdido es la confianza en encontrar relaciones desinteresadas y con entrega más allá de la familia.

No está mal para ser la primera anotación! Mañana contaré más cosas. Tengo ganas de hacerlo ya, pero es tarde y me espera la cama. Una preocupación más: a mi gato Benito, un persa gris al que le tengo mucho aprecio, se le ha infectado una herida en la parte interior de una pata trasera. Una herida que, además, le hizo la peluquera que trabaja en el servicio de veterinario al que vamos. Ayer se la vi y tenía un aspecto muy feo, parecía profunda y tenía mucho pus por encima, pero se la curamos y me tranquilizó hasta cierto punto el hecho de que Benito parece encontrarse estupendamente y se comporta como siempre. A pesar de todo, por la mañana lo llevaremos al veterinario.

Menudo día. Y encima mañana terminan también mis vacaciones.