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patetismo

Lástima! Hoy no he visto a Jessica en el gimnasio. Estaba su compañero, el monitor Fran Perea, al que llamo así por su obvio parecido con el "actor". Y mañana he quedado con Agustí para ir por la tarde, así que creo que no voy a volver a verla hasta después de sus vacaciones (se va a Cadiz el día 20).

Estoy escribiendo durante un alto en mi trabajo. Me he cansado de afasias de Broca y de lesiones cerebrales que influyen en el lenguaje. Además, hoy estoy llevando un buen ritmo después de una reparadora siesta.

Ayer por la noche volví a reincidir en mi extraña y actual obsesión por Marta. Conocí a esta chica gracias a Peyu, un amigo de Ferran, porque quedamos con él en la discoteca Arena y acudió rodeado de amigas. Enseguida tuve claro mi plan. A una la omití por demasiado alta y guapa y a otra por todo lo contrario. Sólo quedaban dos: una de ellas era Marta. Fui primero a por su amiga, y dado que no me hizo demasiado caso, después lo intenté con Marta. Me sorprendió que en cuanto empecé a hablar con ella, me atrapaba del culo. Estuvo conmigo toda la noche, no me dejó ni un momento, y a mí me hubiese gustado liarme con ella, pero me encontraba tan mal como consecuencia de los cubatas de garrafón que en un momento dado tuve incluso que ir a vomitar al lavabo, así que no me apetecía nada.

Quedamos para el martes siguiente. Me envió los mensajes justos para no quedar como una pesada pero sí para mostrar que pensaba en mí. Y yo empecé a comerme la cabeza. Me daba la impresión de que no me gustaba demasiado y poco a poco se me hacía más difícil la idea de volver a verla. Me resultaba extraño haberle importado tanto a una chica. Y encima no estaba nada mal. Se parecía a Leonor Watling en la gran película Mi vida sin mí.

El día de la cita, le mandé un mensaje por la mañana diciéndole que por motivos de trabajo no podía quedar con ella hasta la semana siguiente. Ella me respondió con el mejor mensaje posible: me dijo que de acuerdo, pero que si en realidad lo que ocurría era que no me apetecía, que se lo dijese, que sinceridad ante todo. Y no la llamé hasta la noche, cuando me inventé una extraña historia sobre que había otra persona en mi vida. Ella incluso me comentó que mi sinceridad decía mucho de mí.

Aquello ocurrió en octubre del año pasado. Y hace poco soñé con Leonor Watling. Fue un sueño erótico, en el que se rodaba una escena en la cama, y ella estaba bajo mi cuerpo completamente desnuda y me era imposible reprimir la excitación. Al despertarme me quedé impresionado e inmediatamente me acordé de Marta y me arrepentí por completo de lo que había hecho. Empecé a mandarle mensajes en los que le decía que la vida a veces te lleva por unos caminos en los que no quieres estar pero que no tienes más remedio que seguir. No me respondió ni uno. Le llamé a las seis de la mañana la noche de San Juan, sin resultado. Borré su móvil porque me sentí avergonzado, y también para que no se me ocurriera volver a hacerlo en un bajo momento de ánimo. Y ahora le he pedido a Ferran que le pregunte a Peyu el e-mail de Marta. No sé si me lo dará, y a pesar de todo no sé si me respondería un hipotético mensaje.

Sólo a mí se me ocurre rechazar a Leonor Watling.

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