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patetismo

Al final no voy a ir a Cuba. El viernes ya presentía que el asunto pintaba mal cuando llamé a Francesc para informarle de la oferta que había encontrado en Viajes Montesol: 575 euros por el viaje en avión y siete días en un hotel de tres estrellas. Francesc me dijo que hoy me respondería algo, porque tenía que preguntarle a su padre sobre seiscientos euros que le debían del trabajo y que tenían que pagarle para poder hacer el viaje. Y hoy me ha llamado y me ha dicho que sí que íbamos, pero, he aquí el problema, que también se vendría Manolín.

Lo que ocurre es que no soporto a Manolín. La última vez que hablé con Francesc me dijo que se había reconciliado con él y que ahora salían siempre juntos de nuevo. Y he aquí donde debo congratularme con una de las cosas que me gustan de mí mismo, y es mi facultad para intuir hechos que pueden suceder, simplemente a partir de la noción de causa y efecto. Porque entonces preví que quizá le proponía a su amigo venirse a Cuba, y así ha sido.

No lo soporto porque es un gañán de pueblo y porque ya me agobié demasiado con él en unas vacaciones a Murcia de hace bastante tiempo. Es una persona seca, brutal y con un componente de agresividad que no me hace nada de gracia, sobre todo si viajamos a un país en dictadura. Me veía capaz de hacer frente a la inconsciencia de Francesc, de atarlo corto, pero hacerlo además con otro peor que él y más peligroso me parece demasiado. Ya tuve una mala experiencia con otra persona en un viaje a Escocia y no estoy dispuesto a repetir algo así. Mañana me llamará y le diré cualquier excusa. Me ha dado un bajón tremendo y ya no me apetece nada el viaje. Eso sí, espero que no me propongan solucionarles a ellos el viaje desde Barcelona, como también intuyo que harán. Les deseo que se lo pasen muy bien, pero que vayan ellos solos. Ya superé aquella etapa en la que salía con personas con las que no me apetecía estar.

Este fin de semana tampoco he salido. Estaba cansado y no me apetecía. Para colmo, jugaba el Barça y me hubiera perdido al menos la primera parte. Y hacía una lluvia tremenda y no tenía ganas de mojarme. Aproveché para relajarme y ver películas. Me pareció estupenda Starsky y Hutch, imbatibles tanto Ben Stiller como Owen Wilson. Y también me gustó mucho el sentido folletinesco de El pacto de los lobos.

Una nota de frivolidad: el viernes salí con David y Ferran y descubrí una colonia que me encanta, que realmente me ha sorprendido: Kenzo Air. Su olor es totalmente indefinible en términos concretos. A mí me parece que refleja perfectamente el olor del aire de un monte lleno de árboles, en un día nublado y fresco.

Por otro lado, me doy cuenta de que Jessi podría llegar a gustarme mucho, por lo que conozco de ella ahora mismo. Me he leído el guión que me pasó de su programa de radio, y le voy a proponer una cita para comentárselo. Me da por pensar que lo más seguro es que no acepte, pero continúo creyendo que si es así, al menos me servirá para quitarme estos pájaros de la cabeza. Si no puedo conocerla más a fondo, como a mí me gustaría, solos ella y yo, es mejor que terminen ya todos estos acercamientos, y en este sentido que yo percibiera desinterés por su parte ayudaría mucho. La cena del jueves fue una ocasión fallida, pero tampoco me dio muchas oportunidades: no fue culpa mía, como ya escribí días atrás. Ahora sólo me falta saber si esto se debió a una mala planificación involuntaria o a algo consciente, un "te quiero conocer pero no tanto".

Llevo varios días disfrutando de un grupo fantástico, The Scruffs, de finales de los setenta. Tienen un disco imprescindible: Wanna Meet The Scruffs?, bastante desconocido, y que lleva camino de convertirse en uno de mis diez favoritos. Está lleno de temas potentes, energéticos pero con un gran sentido de la melodía. No hay ningún momento irregular, es un disco emocionante de principio a fin, con el sonido algo descuidado pero es que, al fin y al cabo, lo que importan son las canciones. He aquí una imagen de ellos:



El compositor y cantante es el rubiales. Parece que tienen otro disco editado en los noventa.

Pero en fin, toca ponerse a trabajar.

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