Blogia
patetismo

Me encuentro bastante mal. Salí el viernes y el sábado por la noche y no sé si mi malestar se debe a la sobredosis de cubatas, a haber dormido apenas siete horas en dos días, a todos los cigarros que me he fumado, a los nervios, a que me estoy resfriando o a todo en conjunto.

Lo peor de todo es que al malestar físico lo acompaña una acentuada decepción e inestabilidad, una intensa sensación de fracaso con los límites todavía no muy bien definidos. Me he pasado toda la semana hablando con Jessi al menos tres horas cada día. Me mandaba mensajes o mails por la noche, siempre alguna cosa. Ayer aluciné, me quedé fascinado, porque me envió uno en el que tuvo que invertir mucho tiempo, con mucho estilo y muy original, y con algunas frases que objetivamente me daban a pensar que le gusto o, al menos, que piensa bastante en mí. Me sobreanimé y me puse muy nervioso, pensando en cuál podía ser la respuesta. Decidí que, fuera lo que fuera, le iba a plantear claramente las cosas. Le iba a decir sutilmente que me gusta, y mucho, pero de manera que no diese lugar a ambigüedades.

Por la noche quedamos con Eva y una amiga suya. En cuanto empecé a beber me puse muy tonto e intenté liarme con ella otra vez -aunque todavía recuerdo una visita al lavabo en la que me sobrevino de repente el recuerdo de Jessi, que me iluminó de arriba abajo. Lo que ocurre es que Eva no estaba por la labor. Descubrió a David y se lanzó sin disimulos hacia él, y sin importarle demasiado lo que hubiéramos podido tener en un pasado. Al final desistí y acabamos la noche charlando en un banco de Plaza Universidad. Me sentía agresivo hacia ella, no porque me importase lo más mínimo, sino porque me molestaba simplemente el hecho de que prefierese a otra persona antes que a mí. Y empecé a cebarme con bastante crueldad, haciendo referencias a su pobre vocabulario, a su limitada inteligencia y a lo absurdo de sus opiniones. Mi única intención era hacerle daño. Mis amigos se reían e incluso colaboraban con las bromas, pero ella no pillaba ni una. Después Eva se fue y nosotros nos fuimos a desayunar.

Entonces me llegaron tres mensajes de ella, uno detrás del otro. Me decía que mi problema es que soy demasiado analítico, que ella quiere un amigo y no un psicólogo, que por este motivo le corto bastante, que tengo que ser más payaso, que se anida un gran dolor en su interior, que había que dar tiempo al tiempo y que de momento no quería estar con nadie. Me quedé alucinado de inmediato y pensé en responderle con un breve "Me parece que te equivocas conmigo y mis intenciones hacia ti". Pero no lo hice, porque no le di importancia al asunto y preferí dejarlo ahí. Cuando llegué a casa, con el corazón acelerado y sin apenas poder respirar, tomé una ducha y antes de meterme en la cama vi que tenía una llamada perdida de ella.

Y esta tarde ha vuelto a llamarme. Se lo he cogido porque, ante su insistencia, me veía en la obligación de dejarle claro que nunca la había pretendido más allá de un lío pasajero. Y ha empezado a hablarme con su peculiar voz que se acelera y decelera, con una evidente desconexión entre sus ideas y una preocupante falta de coherencia. De vez en cuando me decía: "Siento un gran dolor dentro de mí", pero sin ninguna relación con el resto de sus palabras. Al parecer estaba convencida de que ella a mí me gustaba mucho, y que me había dolido su actitud de pasar de mí -que así es, pero no porque ella me importara demasiado, como he dicho antes, sino por el simple hecho en sí mismo. Y que no quería hacerme daño y que la entendiera. El asunto me pillaba ya tan lejano que, lejos de volver a ser cruel, le he dicho que se tranquilizara y, esta vez sí, le he dejado claro que no tenía por qué preocuparse, porque mis intenciones hacia ella no pasaban de divertirme una noche, y que mi problema quizá era que cuando intento seducir a veces digo cosas que no siento y que pueden hacerle creer a la persona otra cosa, como le había ocurrido a ella. Dudo que haya entendido un pensamiento de este tipo, sencillo a fin de cuentas pero que ya supone cierta complejidad para sus posibilidades, pero de todas maneras me daba igual. Le he colgado (después de asegurarle que por supuesto podíamos ser amigos y que nos íbamos a ver más veces, desde luego) y me he puesto a escribir lo que de verdad me interesaba: el mail de respuesta a Jessi.

Y aquí han llegado todas mis preocupaciones de hoy. Ayer tenía claro que Jessi esperaba una respuesta así. Después de lo de Eva, me he contagiado de ese sentimiento negativo y ahora me parece que quizá ha sido demasiado. He ideado una especie de examen de psicología de broma, en el que le hacía una afirmación y dos preguntas, camufladas bajo sesudas citas con las que he intentado parodiar el lenguaje académico.

La afirmación era ésta:

-Tu mail me ha impresionado, lo he leído mil veces y todavía no soy capaz de asimilar la idea de conocer a alguien como tú.

Y las preguntas, eran éstas:

-Cuando estoy contigo lo paso tan bien que me olvido de todas las demás cosas. Te pasa a ti lo mismo?

-Me gustaría acercarme más a ti y arriesgarme contigo. Y a ti?

Se lo he enviado a las seis o las siete de la tarde. Y aún no me ha respondido. La verdad es que lo que puede haber ocurrido abarca una infinidad de posibilidades, de manera que amargarse en estos momentos es una tontería. Quizá aún no ha leído el mail, o lo ha hecho y prefiere responderme cara a cara, o igual se ha asustado y ahora no sabe cómo arreglarlo. Esta última idea me paraliza. Realmente, Jessi acabaría conmigo si me responde algo como "Creo que te has equivocado conmigo" (sería una curiosa ironía, después de lo de Eva) o "No te he respondido el mail porque no quería hacerlo". Me entrarían ganas de dejarme caer al suelo y permanecer allí hasta la muerte, imposibilitado para la vida. Hace mucho tiempo que no encontraba a una chica así, y que respondiera tan bien a mis acercamientos, y lo último que deseo es que todo esto acabe derivando en un caso más de mi libro de rarezas, quizá el caso estelar.

Y es que arriesgar supone este tipo de cosas. Y soy consciente de que es muy posible que Jessi esté fría o avergonzada mañana y no sepa cómo actuar. Pero yo voy a ir al gimnasio aunque sea con muletas, porque no soportaría otro día en la incertidumbre y esperando respuesta. Seré sincero en todo lo que le diga e intentaré mantenerme sereno en caso de rechazo.

0 comentarios