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patetismo

He estado viendo la serie Aquí no hay quien viva antes de ponerme a trabajar. Me parece muy divertida e ingeniosa (todo lo contrario de la previsible y facilona Siete vidas). Y aunque me gusta verla, al mismo tiempo siento una especie de dulce melancolía porque de alguna manera refleja lo que es mi ideal de vida desde que soy un niño. Dos de los habitantes del edificio son una pareja. Siempre he deseado vivir con mi pareja en un piso de la ciudad, en un ambiente bañado de intimidad y nocturnidad, con un amueblado moderno y sencillo. Así pues, ver que hay una pareja en la serie que vive como yo siempre he querido vivir me produce, por un lado, una satisfacción indirecta y, por otro, una gran decepción al comprobar lo lejos que estoy de algo así.

Y es que cuando veo algo que parece seguro, yo mismo me empeño en eliminar cualquier esperanza. Ayer expliqué el caso de Marta Watling. Mientras veía la serie, hoy he recordado algo que me ocurrió con una chica que se llamaba Sonia, este verano en Murcia. Yo estaba en la centralita del 112 haciendo compañía en el turno de noche a Francesc. De repente llegó Lorena (la gitana) con esta chica, que era rubia y de cara refinada, con gafas de pasta. Se conectaron a Internet y pasaron de mí completamente, hasta que me cansé y decidí quitarme la camiseta. Entonces la actitud de Sonia cambió de manera radical. Recuerdo que empecé a acercarme a ella mientras hablábamos, y me situé estratégicamente justo debajo de la luz de un fosforescente, para que se me remarcasen más aún las abdominales. A partir de ese momento Sonia no dejó de hablar conmigo, y me hacía gracia el hecho de que su vista se desviaba todo el rato hacia mi vientre. Nos despedimos y al día siguiente por la noche volvimos a vernos. Entré con Francesc a una terraza, y Sonia se acercó a nosotros.

Nos dio dos besos a cada uno. Estuvo hablando de manera que daba a entender que nos incluía a los dos en la conversación. Y por último nos invitó a sentarnos en la mesa en la que estaban sus amigas. Más tarde, en el Ritmo, entró con la gitana y las dos empezaron a bailar a nuestro lado. Sonia se puso exactamente junto a mí, pero yo ni siquiera la miré. Y al cabo de unos minutos se fue. No le dije nada.

No actué así por timidez, sino porque en realidad no la había reconocido. Sin las gafas de pasta, y con el pelo suelto, parecía otra persona. Más tarde Francesc me dijo que era ella y a mí me fastidió mi extraño sentido de la realidad. Probablemente Sonia pensó que yo no estaba interesado y que por eso me desentendía cuando se acercaba a mi lado. Por supuesto que me hubiera liado con ella, pero lamentablemente no me enteré.

Con Jessica me ha pasado algo parecido esta tarde, como ya he contado antes. Creo que me habrá visto muy nervioso y patético. Soy especialista en negarme incluso a las chicas que se me ponen a tiro. Como aquella vez que María, una solicitada chica del pueblo, se ofreció a llevarme en coche a casa cada día desde la estación, sin conocerme de nada, y después de una semana me ignoró porque no fui capaz de actuar en ningún sentido ya que, como siempre, estaba convencido de que yo no podía gustarle. Cada vez que cuento esto, genero expresiones de incredulidad.

Para acabar esta nota con algo más interesante, diré que estoy leyendo El Borbah, un cómic de Charles Burns, y que me está gustando mucho su originalidad, la agilidad de su narración y el carisma del protagonista (un tipo gigantesco y fofo con una ridícula máscara de lucha libre mexicana). Por cierto, en los días de verano que estuve en Murcia no dejé de escuchar una y otra vez la canción I'll Get Lucky, de The Plimsouls, exótica, rockera y popera al mismo tiempo, y que me encanta porque sintetiza la imagen misteriosa que yo mismo guardo de los años ochenta tal y como los viví en mi infancia. De hecho, me gustaría que esta canción fuese la banda sonora del que será mi siguiente relato, si logro terminarlo algún día: El club Cairo. Si llega ese momento, espero sentirme tan imbatible como cuando terminé El ladrón de melodías. Algún día hablaré de este último relato.

Pero bueno, debo volver a las afasias... ahora en el caso del Alzheimer.

1 comentario

Breixo -

Han puesto un enlace con tu blog en el spanishpop y he entrado. Me alegra ver q te ha gustado Burns. Te recomiendo "Burn Again" y "agujero negro" (Pero no dejes que te contamine). Espero q eso del cancer de pene sea broma y sino tranquilo que la medicina sabra hacer algo para q t recuperes. Un saludo