Blogia
patetismo

Escribo después de haber pasado unos minutos sin parar de pensar. La vena del cuello me palpita. Creo que voy a morir dentro de poco, o en todo caso que no viviré demasiado. De una manera u otra, el cáncer se cebará en mí y pondrá fin a todo lo que he sido o a cualquier tipo de esperanza. Debo ir al médico enseguida y hacerme un examen completo. Me da la impresión de que mi cuerpo es como una especie de campo de minas que van a explotar en cadena en cualquier momento.

No puedo estar cada noche con las mismas preocupaciones. El glande me escuece cada vez que orino y la pequeña zona oscura, como ya dije el otro día, me parece gigantesca cada vez que la miro, aunque en otras ocasiones, cuando me tranquilizo, me resulta completamente normal. He pensado en la posibilidad de que sea una irritación por la cantidad de veces al día que voy a orinar (bebo unos seis litros de agua cada día), pero en el fondo estoy convencido de que será lo peor. He estado pensando en esos programas de tarde a los que van afectados de cáncer o desahuciados que afirman que son felices por poder vivir el día a día, aunque saben que no van a vivir más de cinco años. La probable posibilidad de que se trate de algo así me paraliza.

Lo malo del cáncer es que luchar contra él es algo incierto. Hay veces que la medicina puede ralentizar o incluso erradicar el proceso, pero no hay nada seguro. Puede generarse un cáncer que arrase tu cuerpo por muchos medios que se pongan para que esto no ocurra. Se trata de una lucha condenada a la incertidumbre, y que incluso una vez erradicada quizá vuelva a surgir en cualquier momento.

0 comentarios