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patetismo

Me gustan los artistas perdedores. Es decir, aquéllos que en el momento en que muestran sus obras son ignorados por todo el mundo, pero que poco a poco van haciéndose con un pequeño grupo de seguidores fieles que han sabido captar su grandeza. Por eso me apetece hablar de Josh Haden y de su grupo Spain. Sólo tienen tres discos, y de hecho desde el 2001 no editan nada. Pero es que por la tarde, después de salir a correr con mi padre, y con los niveles de azúcar inexistentes -empiezo a estar harto de la dieta-, me he puesto otra vez She Aunts My Dreams y he disfrutado de este disco como siempre.

Recuerdo que me lo pasó Juan Carlos cuando aún trabajaba en la empresa de traducción. De hecho, desde el primer momento me impresionó la belleza melancólica e intimista que transmitían sus canciones. Eran composiciones de alguien enamorado y desesperado, que sabía transmitir mediante el molde del arte todos sus conflictos. La belleza era el idioma con el que yo comprendía cómo se sentía su autor. Y encima, me encontraba en unas circunstancias personales parecidas. Estaba enamorado de Olga, mi mejor amiga desde hacía cinco años, y sentía la necesidad física de estar junto a ella, de ser para ella lo que ella era para mí. Olga, sin pretenderlo, logró que mis niveles de autoestima bajaran a unos niveles en los que ya hacía tiempo que no estaban (quizá desde la adolescencia), pero ahí tenía ese disco para acompañarme. Escuchar sus canciones era ver reflejada mi impotencia para conseguir mi mayor ideal, en aquel entonces Olga. Incluso la portada del disco es una imagen de ese sueño inalcanzable:



Se lo recomiendo a cualquiera. Es uno de mis diez discos favoritos de todos los tiempos.

Mañana hemos quedado con David. En un mensaje de móvil que me mandó hace poco ponía que tendríamos que haber ido todos a Ceuta, donde él ha estado de vacaciones. Me hace gracia, porque David se cargó las vacaciones que ya habíamos planeado desde hacía meses, y que consistían en alquilar entre los tres un apartamento en Murcia, junto a la playa. Tengo claro que nunca más voy a contar con él para planear ningún viaje, ya que le pierde su necesidad de tender hacia lo que sea más barato, sin que importe ninguna otra variable (tanto Ferran como yo sospechamos que se empeñó en cambiar a Ceuta porque un amigo le dejaba estar gratis en su casa). Al final se quedó solo en el viaje... y mañana supongo que nos explicará lo bien que se lo ha pasado y lo mucho que ha ligado. En fin, a veces me siento orgulloso de ser pasto de minorías.

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