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patetismo

Bueno, antes que nada, te diré, Gru, que me alegro mucho de ver de nuevo tus comentarios por aquí, con tu sensatez habitual, y que me halagan tus cumplidos. En realidad no sé por qué escribo todo esto. Supongo que por una parte me atrae el componente exhibicionista de hablar de intimidades, tal y como me ocurre en la vida real, pero por otro lado no me molesto en dar publicidad a este blog y es más, muchas veces pienso que cuanta menos gente lo lea, mejor. Por otro lado, es evidente que, hasta que me decida a acudir a un psicólogo, en cierta manera me sirve de terapia ya que me obliga a profundizar en mí mismo mediante el lenguaje, y comprenderse mejor también equivale a funcionar mejor. Y supongo que también me mueven las ganas de escribir y de tratar de hilar con las palabras lo más fino posible, con la más absoluta precisión. En todo caso, Gru, me encantaría saber más de ti y de las cosas que apuntas sobre tu adolescencia.

Y en cuanto a hoy, antes de irme al gimnasio, por la mañana, el cielo ha empezado a teñirse de gris hasta que ha empezado una tormenta tremenda, con agua a raudales, que me ha hecho dudar incluso sobre saltarme el entrenamiento diario. Pero he decidido ir: el entrenamiento es sagrado. Allí, de nuevo la sala vacía, y otra vez el aburrimiento absoluto. Le he pedido ayuda al monitor que se parece a Fran Perea para un par de series de bíceps. Entonces me ha comentado que Sergio se había dado de baja hacía unas semanas, porque le han trasladado de lugar de trabajo. Me he quedado bastante sorprendido, porque contaba con él para empezar a entrenar otra vez en serio, y porque además, como ya dije, me caía muy bien y teníamos una confianza muy agradable. Tras pensarlo un poco, le he preguntado a Fran Perea si podía darme el número de móvil de Sergio para continuar en contacto con él, y no ha habido ningún problema. Supongo que le llamaré dentro de poco para saber qué tal le va y para que de alguna manera me siga aconsejando, porque dado el gran resultado que me ha dado su dieta de definición, esperaba con muchas ganas la dieta de volumen. Estoy ya hasta las narices de no tener azúcar en el cuerpo desde la tarde. Ahora intentaré quedar con Agustín para entrenar juntos, pero claro, no es lo mismo.

Por fortuna, cuando he vuelto a salir a la calle hacía un sol radiante y los charcos se estaban secando. Dedico demasiado tiempo al ejercicio físico porque quiero mantenerme tal y como estoy ahora. Me doy cuenta de que esto me imposibilita hacer muchas otras cosas. Quizá a partir de otoño me lo tome de manera más relajada, aunque siempre que me propongo algo así luego tiendo a todo lo contrario. Últimamente, por cierto, he estado pensando que quizá yo no esté tan mal como suelo verme, ya que más o menos voy teniendo mis posibilidades a lo largo del año, y muchas de ellas no prosperan porque soy yo quien no se arriesga a algo más. Podríamos decir que un 70% de las oportunidades que tengo se producen con chicas que en el fondo no me interesan. Y el otro 30% corresponde a chicas que me atraen, que son lo que en realidad busco, pero inesperadamente aparecen con comportamientos extraños por los cuales siempre acabo sin saber de ellas. Yo me quedo con la clara impresión de que me han apartado de su vida sin darme ningún tipo de explicación, lo cual demuestra la importancia que me concedían y me ratifica a mí mismo en mis pensamientos negativos.

El último caso de este tipo me ocurrió con Txell. Era mi amor platónico de cuando trabajaba en las oficinas de la empresa. Se sentaba justo detrás de mí y poco a poco fui ganando su confianza. Siempre he estado convencido de que le gusto, pero por desgracia tiene novio desde hace años y unos meses atrás compraron una casa entre los dos. Además, es una chica bastante recatada y adicta a la seguridad, incapaz de cometer una locura -al menos por sí misma. Desde que los dos dejamos aquellas oficinas, habíamos quedado algunas tardes en que lo pasamos muy bien: había total compenetración -sin llegar a la confianza de dos amigos íntimos- y era indudable que se despertaba una química inexplicable que me hacía sentir muy a gusto a su lado, del mismo modo que opino que ella lo estaba conmigo.

Hace unos meses empecé a pensar demasiado en ella y llegué a la conclusión de que lo mejor era ser sincero. Nuestra situación me parecía extraña; sin ser amigos, quedábamos para vernos. Decidí explicarle lo que ocurría por mi parte: quedaba con ella porque siempre me había gustado, y no me importaba lo que ella tuviera que decir al respecto. Me bastaba con que conociese mi concepto de nuestra relación. De hecho, al mismo tiempo ella me propuso una cita, así que todo parecía idóneo: mis ganas de contárselo con sus ganas de quedar conmigo. Pero a los pocos días me envió un mail en el que me decía que habían ingresado a su madre y que de momento no podía quedar, y que ya me avisaría. Yo le envié otro diciéndole que no se preocupase y que podía contar con mi ayuda para cualquier cosa que necesitara. Pues bien, desde entonces no sé nada de ella. Nunca me volvió a escribir, y de aquello ya hace meses. Su actitud me molesta bastante, pues no le costaba nada informarme de cómo estaba su madre, si había mejorado, sobre todo teniendo en cuenta que yo me había prestado a echarle una mano sin tener por qué hacerlo. Esta actitud no cuadraba para nada con la sensación de chica coherente y madura que Txell siempre me había dado. Ahora mismo podría añadir la frase "pero es lo que me suele pasar con las chicas que me gustan". Me niego, porque aunque me hayan pasado cosas así muchas veces, de esta manera sólo consigo justificarme a mí mismo y rendirme al victimismo. A fin de cuentas todo no es más que mala suerte.

No puedo concluir estas aburridas anotaciones de hoy sin hacer referencia a una injusticia que yo mismo cometí ayer: hice referencia a la estupenda canción de Bo and the Generals antes que a otra que hace más tiempo que escucho. Estoy hablando del grupo Poppees y su canción Jealousy, un clásico absoluto y desconocido, una joya que contribuye a hacer más feliz al que la escucha. Suenan 100% Beatles, aunque con un determinado matiz inquietante que no acaba de definirse pero que hace más rica la canción. Todo un tesoro del pop. Al menos este grupo es algo más conocido, pero tampoco mucho más. Sólo tienen un par de ep's editados antes de modificar su nombre por el de Liverpool Five (normal, estaban obsesionados). Por cierto, Jealousy está producida por Cyril Jordan, uno de los principales compositores de los Flamin' Groovies, y otro fanático reconocido de los Beatles. Y bueno, estupendo! Sí que hay una imagen de ellos en Internet. Pequeñita, pero algo es algo:



Y también tengo que citar la impresionante versión de La Costa Brava de Nada me importa, de Los Módulos. Me gusta La Costa Brava: su encanto se explica por su sencillez y su efectividad.

1 comentario

Gru -

Pues los problemas de inseguridad que yo tuve tienen que ver con mi ambiente familiar principalmente. Es cierto que la sociedad es cruel, pero si en la familia se le inculca a uno la confianza en sí mismo tiene recursos suficientes como para enfrentarse a ella. Si en la familia lo que se hace es lo contrario, uno sale a la sociedad un tanto desprotegido. Y bueno, mis padres no fueron un modelo precisamente. Muy cultos ambos, pero un tanto desestructurados.

Tuve problemas en lo social, al tener que aprender de nuevo todas las reglas sociales, necesarias para saltárselas, claro, pero para eso tienes que conocerlas bien y yo no tenía ni idea porque me crié en el campo, en aislamiento.

Lo superé aparentemente, pero quedaba un poso de inseguridad que no desapareció hasta años después, cuando me di cuenta de que la imagen que tienen los demás sobre uno mismo es un tanto aleatoria y arbitraria, basada más en las propias experiencias subjetivas y cómo se hayan levantado ese día que en la objetividad. No importa esa imagen, es caprichosa, variable e imposible de saber. Lo que importa es quererse a uno mismo a pesar de todo. Por el puro placer de quererse.