Blogia
patetismo

Esto empieza a ser monotemático

Y sí, hacía tiempo que no escribía, porque han pasado bastantes cosas desde la última vez. El título de este post tiene que ver con que parece que estoy escribiendo una especie de diario sobre Jessi. Me encuentro ahora mismo en una situación que me desborda por todos los lados y que tampoco me acabo de creer.

He estado bastante en contacto con Jessi esta semana. El viernes pasado vinieron ella y sus amigos con nosotros a Arena. Estuvimos hablando gran parte de la noche, y cuando la tenía al lado era consciente de lo afortunado que me sentía, porque sólo me gustaba ella. Venía con un vestido oscuro que la hacía muy atractiva. Enseguida buscamos una conversación sobre nosotros, pero la aparición espontánea de su amiga Nuria hizo imposible llegar a nada. Llegué a mi casa, supongo, con la misma sensación que ella: que no habíamos terminado de hablar sobre lo que queríamos saber. Sólo le dio tiempo a decirme que lo de su novio no era mentira, y que llevaba ya con él tres años.

Al día siguiente quedamos por la noche. Por primera vez, decidí salir con ella y no con mis amigos. Y fueron unos momentos para mí bastante especiales, ya que llegamos a compartir una intimidad que no habíamos alcanzado nunca antes. Yo le dije que si sólo me veía como a un amigo, lo sentía mucho, pero no podía ofrecerle ese tipo de relación, porque mi interés hacia ella iba más allá. Fui muy sincero en todo lo que le expliqué. Y entonces ella me dijo que la relación con su novio era bastante extraña. Apenas se veían, él le ha fallado muchas veces y no tienen casi nada en común. Pero en cierto modo se había acostumbrado a esto, y hasta entonces le iba bien. Lo que ocurre es que nunca había aparecido nadie como yo, y por eso mismo se encontraba descolocada. Me dijo que me mentiría si me dijese que sólo me veía como a un amigo y que no quería nada conmigo. Que era un factor aparte que había aparecido en su vida y que estaba muy a gusto conmigo, pero que de momento no podía decirme nada.

Me encantó su sinceridad, su manera directa de decir las cosas. Después fuimos a su coche y estuvimos un rato hablando, pero sus amigos empezaron a ponerse muy pesados, a llamarla. Me doy cuenta de que sus amigos tienen esta tendencia extraña a querer absorberla. A mí esto me fastidió, sobre todo porque en el coche la conversación se centró en nosotros, en lo sorprendidos que estábamos por nuestro conocimiento mutuo. Me apetecía mucho besarla, y ella incluso al final no respondía a las constantes llamadas de sus amigos, pero aparecieron con el coche. Sólo les faltaba enlazar una cadena al coche de Jessi y llevarnos de allí. Luego fuimos al Celtic. Cristiá estaba preocupado por algún problema y quiso irse enseguida, aunque yo no había dejado de hablar con Jessi en toda la noche. Me encontré a Agustí y, cuando ellos se fueron, me quedé con él tomando unas copas, muy contento por los instantes que había pasado con Jessi.

Cuando llegué a casa rocé el cielo, porque ella me había enviado un mensaje en el que ponía que le había encantado estar conmigo y que no dejaba de sorprenderla. Y que era estupendo estar con alguien a quien no te cansas de mirar ni de escuchar. Al día siguiente, sin embargo, no recibí ningún mensaje más. Temí que se hubiera arrepentido de la noche anterior y que su opinión sobre mí hubiese cambiado radicalmente. Pero el lunes fui al gimnasio y estuvimos hablando cerca de cinco horas.

Ayer le propuse ir a cenar. Y hoy habíamos quedado para esta noche, pero se ha pasado la mañana mareada, pálida y vomitando, y me ha llamado para decirme que no podía porque se encontraba mal. No me ha parecido una excusa barata, porque he sido testigo esta mañana de que no estaba bien. Sin embargo, no dejo de guardar el miedo a que cambie de opinión, a que de repente ya no quiera saber nada más de mí o crea que lo mejor es que seamos amigos (porque esto último supondría que terminase nuestra relación). Cuando he sido capaz de dominar este miedo, le he escrito un mensaje para decirle que se recuperase, y justo cuando lo he enviado me ha llegado uno de ella. ¡Conexión! En su mensaje ponía que le sabía muy mal haber cancelado nuestra cita, porque le apetecía cenar conmigo. Y que esperaba encontrarse mañana mejor para que quedáramos. Hemos enlazado algunos mensajes. Pero no estoy bien.

¿Por qué? Porque creo que hasta ahora no he sido consciente del ínfimo nivel de autoestima que tengo. No acabo de creerme que pueda gustarle a una chica que me gusta mucho, y por eso temo que en cualquier momento ella se dé cuenta de que no valgo nada. Sería toparme de nuevo con la realidad. Estoy tenso porque creo que parece que va a llegar la culminación de algo, para bien o para mal, y no me gusta esperar. Tengo muchas ganas de cenar con ella y que lleguen de nuevo los momentos de intimidad que tuvimos el sábado, ya que me he propuesto ir más allá y revelarle todas mis inquietudes sobre ella (por ejemplo, las ganas que tengo siempre que la veo de besarla). Y hacer esto en el gimnasio es difícil y embarazoso. Ahora mismo me parece una posibilidad muy remota que lleguemos a quedar.

No sé qué pensarás de todo esto, Gru :) (mi favorita entre los millares de lectores de este blog).

1 comentario

Gru -

Pues no sé... A mí me da la impresión de que Jessi actúa como el perro del hortelano: "ni come ni deja comer". Es muy hábil: coquetea contigo todo el rato, pero tiene un novio "invisible" bajo la manga que saca cuando ve que puede ir a más tu cosa con ella. La veo muy manipuladora, lo cual no la exime de belleza y encanto, claro está. Si no tuviera belleza y encanto no podría manipular tan bien.

No te entregues. Sé siempre tú.

Y bueno, por circunstancias personales es posible que cualquier día de estos yo desaparezca de aquí. Estoy embarazada de ocho meses y la criatura puede nacer en cualquier momento por lo que no dispondré de tiempo para internet, al menos en los tres primeros meses. Mientras siga esperando estaré entrando y saliendo y te leeré.

Cuídate y mucho ánimo. Si en algún momento quieres decir algo te dejo mi e-mail.